11/9/16

El cuchillo que corta el agua








La noticia que va a servir de pretexto para este texto no tiene desperdicio y más miga que una hogaza de pan de dos kilos para familia numerosa. 

Pues bien, se trata de que han inventado un cuchillo que corta el agua -si Moisés lo hubiera tenido a su alcance, cruzar el Mar Rojo hubiera sido coser y cantar-. Sí, no pongan esa cara estupefacta que es la que se nos queda a todos los neófitos en ciencias -y en muchas cosas más- cuando leemos noticias semejantes.

No, no crean que se trata de una broma, sino de algo muy serio, científico e indescifrable para los los ciudadanos de a pie -con o sin juanetes-, pues esta noticia ha sido comunicada por la Universidad Estatal de Arizona (EE.UU:) que ha demostrado que se puede separar una gota de agua en dos de forma limpia -limpia si es agua clara, claro-, segura y eficaz, con un cuchillo superhidrófobo como se corta un filete por la mitad. La noticia ha sido publicada, primero, en la revista PLoS ONE y, después, en la prensa española. Se le considera un invento que podría ser de mucha utilidad para el avance de la biomedicina. Tal como está explicado en dicha noticia se expresa en este texto sin añadir nada de mi cosecha por ser neófita en estos temas propios para quienes manejan, predominantemente, el hemisferio izquierdo, ya que, en mi caso, sólo utilizo el derecho y, algunas veces, dudo si utilizo alguno de ellos.

Naturalmente, la noticia se la comenté a mi amiga Trini -ustedes, amables lectores, ya la conocen en su peculiar idiosincrasia y si no la conocen no saben lo que se pierden-, y me ha dicho que no pega ojo por las noches pensando en este enigma: ¿Para qué sirve cortar una gota de agua en dos mitades?, porque es la mar de curiosa, la muchacha. Además, me pregunta si también sirve para  cortar el vino, el aceite el perfume -ahí sí le vería la utilidad para no gastar demasiado perfume con lo caros que son y lo "agarrada" que es esta mujer para gastar de lo suyo, pero no de lo ajeno-, y cualquier otro líquido que se ponga por delante.

A esas preguntas no he podido responder porque no tengo idea de ese tema y de la utilidad que se le pueda dar, aunque los científicos -que son muy suyos-, tendrán que justificar el dinero y el tiempo gastado en inventar ese artilugio que me parece una cosa más propia de quienes no tienen mucho que hacer y se dedican a buscarle tres pies al gato.

Y digo yo, ya puestos a decir, que los expertos que comentan la noticia  están maravillados, desde luego que hay gente "pa tó" -o también dicho en su otra versión: "tie que haber gente pa tó" como se le atribuye a Rafael el Gallo cuando le presentaron al filósofo José Ortega y Gasset y preguntó a un tercero "quién era  aquel gachó con pinta de estudiao"y cuando le explicaron que era filósofo y en qué consistía, él respondió con esa frase que ha llegado hasta nuestros días-. El descubrimiento se hizo colocando una gota de agua sobre un material superhidrófobo, es decir, que es sumamente resistente al agua como es el caso del Teflón, material que cubre sartenes, cacerolas y se usa, también, para revestimientos de aviones, cohetes y naves espaciales. La gota se coloca  en forma de bola, sin mojar la superficie.

Usaron un cuchillo hecho con polietileno y zinc y tratado con nitrato de plata y una solución superhidrófoba llamada HDFT. De esta forma, cuando el cuchillo de marras se usó sobre la gota de agua, esta se dividió en dos mitades, unida cada una a un aro de alambre. Pero, cuando se levantaba el cuchillo lo más mínimo, la gota recuperaba su forma original. O sea,  no era la gota la que se partía, sino más bien lo que se quebraba era la paciencia de quien mantenía el cuchillo sobre ella para mantenerla dividida en dos.

Según los expertos, esta maravillosa invención para cortar gotas de agua podría ser muy útil en el campo de la biomedicina. Así sería más fácil y rápido separar las proteínas mezcladas con fluidos biológicos que son imprescindibles para obtener la información genética precisa para detectar con prontitud las primeras señales de una enfermedad, con una sola pequeña gota de muestra.

Por supuesto, lo expertos sabrán qué hacen y para qué. Para los ciudadanos corrientes y molientes, esto de cortar una gota de agua en dos es tan inútil, incomprensible y absurdo como embotellar la luz solar para llevársela de recuerdo de las vacaciones. Puede ser distraído, pero poco útil.

En fin, lo del cuchillo que corta el agua me está dando la impresión que  solo es algo útil para quienes les sobra tiempo porque no han dado nunca "un palo al agua" y se pueden distraer cortando las gotas de agua en dos mitades o pensando en el sexo de los ángeles. Con el cuchillo de marras y un litro de agua tiene la diversión asegurada para un mes, por lo menos.

Se lo diré a mi amiga Trini para que se lo diga a su marido que le encanta hacer todo tipo de experimentos raros. Así, mientras él corta el agua, gota a gota, ella puede dedicarse a "cortarle trajes" a todas sus amigas por teléfono, sin que el maromo experimentador le diga que corte la conversación porque lleva horas hablando. O para estar horas viendo Sálvame Limón y Naranja que viene a ser lo mismo para "cortarle trajes" al personal.

Sí, para algo puede servir ese invento. Todo es cuestión de encontrar a alguien adecuado para experimentarlo. Trini todavía se acuerda del olor a chamusquina que tenía su casa, un día, cuando llegó de la compra y su maridito estaba experimentando cómo quemar algunas de las tarjetas de créditos de su mujer, a las que había prendido fuego después de rociarlas con gasolina y haberlas cortado antes en tiritas finas tipo juliana.

A Trini le dio un soponcio y un amago de divorcio que le duró meses, después de darle un par de bofetadas a su marido. Solo se le pasó cuando consiguió que él le renovara las tarjetas, pero aumentando el límite de gasto permitido.


Es que Trini es mucha Trini y corta más y mejor "el bacalao" que pueda hacerlo el cuchillo ese a las gotas de agua. Habría que patentarla - a Trini, no a la gota de agua-.

8/1/16

Donde nace la generosidad, la amabilidad y el "buen rollito"





            Las universidades de Pensilvania, Yale y Duke (EE.UU.) han realizado unos curiosos estudios -todos los estudios son curiosos, desde luego, porque es un intento de saber lo que permanece oculto-, por los que se han estado frotando las meninges, al igual que Aladino a su lámpara mágica,  los científicos en cuestión para saber en dónde "demonios" -eso es una licencia antipoética de la autora de este texto-, se encuentra situado en el cerebro -aunque hay algunos humanos que parecen carecer de él, pero esas son otras cuestiones-. el deseo de agradar a los demás y la generosidad -tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando, porque van un ratito a pie y otra andando-,es decir, el conocido como "buen rollito", pero no de primavera, sino de todas las estaciones del año lo que es más valioso, más difícil y más "guay".
            Y parece ser que de tanto buscar y buscar hete aquí que encontraron el lugar donde se ubica el muy ladino sentido de la generosidad y "haz el amor y no la guerra", etc., etc. Y es que el tío se escondía en la amígdala, pero no  una de las que hay a cada lado de la garganta, no, esas son otras amígdalas que, además, duelen y hacen pupa cuando se inflaman y parece que, en vez de ser unos trocitos de carne sonrosadita y con carita de no romper un plato, parece que son un vaso roto con esquirlas de cristal incrustadas en la garganta. Bueno, pues a lo que iba; que la amígdala donde se encuentra el "rollito todas las estaciones", es en la amígdala cerebral -bueno, sí, prima hermana de las otras, pero con más potencial de "mala le...", si deja de funcionar bien y se desmelena, la muchacha-, que es una pequeña estructura en el extremo anterior del lóbulo temporal del cerebro -¡ahí es 'na'-, hasta ahora relacionada con el miedo y la capacidad de obtener información sobre la cara y la mirada de los otros, -dicho en cristiano, reconocer los caretos y las miradas tiernas como un bollito de leche, frías como un témpano o aviesas como el filo de la navaja en manos de un barbero loco-, y que, también,  tiene que ver con lo que damos a los demás, ¡la tía!.
            Según explicó el sesudo profesor Michael Platt, profesor de la Universidad de Pensilvania, cuyo estudio al que nos referimos ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), «Lo que estamos tratando de hacer es identificar y comprender el mecanismo cerebral básico que nos permite ser amables con los demás y responder a las experiencias de otras personas». Para ello, eligieron a un simpático primate conocido como macaco Rhesus, para estudiarlo tanto en laboratorio como en la propia naturaleza, en una isla de Puerto Rico que lleva el nombre de Cayo Santiago.
            Los experimentos consistieron -para aquellos interesados en repetirlos con algunos parientes a los que consideran  más cercano a los macacos, Rhesus o Thiesus, a secas-, entrenando a los macacos para reconocer unas formas distintas y de diferentes colores en una pantalla y con una recompensa para los más listos que era un poco de zumo, el que se podían quedar para ellos mismos, darlo todo a otro mono cercano o repartirlo entre ambos, pero también cabía la opción de no beberlo ni darlo y desperdiciarlo.
                Y sigue diciendo el científico curiosón que «Generalmente, el mono prefiere premiar a otro en lugar de dejarlo sin nada», lo que demuestra que las relaciones les importan mucho a los macacos, aunque procurando decir eso de "yo no soy tonto", pues sigue diciendo el docto científico que «Hay más probabilidades de que den a aquellos con los que están más familiarizados y también a los monos subordinados a ellos».
        Mientras observaban el "buen rollito" de los macacos, registraban la actividad neuronal de la amígdala -la cerebral, no la "campanillera"-, de cada animalito, anotando cualquier relación entre lo que sucedía en el cerebro -de los macacos, no de los científicos, claro-, y sus actos de generosidad, tacañería o mala le... De ahí, sí de ahí, de la amígdala, supieron que la misma, mismamente, refleja -¡ojo al dato!-, el valor que para cada macaco supone la recompensa para el que da. Dichos datos les permitían anticiparse -los científicos, no los macacos-, y predecir cuándo los monos les darían parte o toda su recompensa a otro mono, o sólo le daría "la brasa", por no darle una patada en sálvese la parte.!
                Pero los investigadores siguieron investigando -cada loco con su tema-, y les dieron un "chute" de oxitocina a los desprevenidos macacos, que es la hormona relacionado con el amor y el apego, y comprobaron que los comportamientos cambiaron, que era lo que querían los científicos impertérritos y un poco impertinentes, todo hay que decirlo. Los macacos se volvieron más "generosos" y dispuestos a dar a otros, pero no sólo materialmente, sino que les hicieron más caso y les prestaron más atención a interés variable, después de ofrecerles la recompensa. Es decir, lo tomaron en cuenta como individuos necesitados de atención y afecto y cucamonas -nunca mejor dicho-, no sólo como un tragón dispuesto a llevarse al gaznate lo que fuera, sobre todo si estaba rico, rico y encima era gratis.
            Y de ahí les surgió la pregunta -a los investigadores, no a los macacos-, ¿sucede los mismo con los humanos? Y sigue diciendo el científico parlante:  «Realmente no sabemos cómo funciona en la gente. Es muy difícil de estudiar», reconoce el docto estudioso. «Cuando las personas inhalan oxitocina, hay un cambio en el flujo sanguíneo a la amígdala, que creemos que podría estar involucrada en hacer a la gente más amable y receptiva a los demás».
              Aunque la duda sobre la conducta humana en este aspecto continúa, los macacos estudiados dan unos datos valiosos en comparación con los seres humanos, ya que también viven en grandes grupos sociales y establecen entre ellos lo que los científicos denominan lazos sociales "a largo plazo" -entre los humanos lo único que se establece a largo plazo son las hipotecas y ni eso asegura la continuidad de la pareja-, pero no sólo con sus parientes, sino con otros macacos no allegados con los que traban "amistades o alianzas" y trabajan y se esfuerzan para mantenerlas. «Al igual que los seres humanos, cuanto más fuertes son estos vínculos, más éxito tienen. Los monos con más y mejores amigos viven más tiempo y tienen más descendencia», dice Platt.
          Dicho científico cree que su investigación puede ser de gran ayuda para desarrollar posibles terapias que podrían ser beneficiosas para mejorar la función de estos circuitos neuronales en aquellas personas con dificultad para conectar con los demás, como es el caso de personas que padecen autismo, esquizofrenia o trastornos de ansiedad.
             Esto demuestra que la generosidad, la amabilidad y "buen rollito", nace en lugares tan inhóspitos como la amígdala cerebral que, a pesar de su nombrecito, parece buena chica y presta excelentes funciones a los macacos, a los humanos y a los que son cuarto y mitad, que son más de un cuarto y mucho más de la mitad de los humanos.