14/4/13

Sexo rabioso



por Ana Alejandre

     Que los seres humanos somos un pozo insondable de misterios, como organismos vivos que somos, no se puede negar. Pero, hete aquí, que una buena mujer en la India ha sido noticia, en el pasado mes de octubre, porque ha demostrado algo que la ciencia ya sabía, pero que ha vivido en primera persona y en "sus carnes" para su desgracia.

     Pues bien, la historia comienza cuando la mujer hindú fue a consultar a su médico de cabecera porque no encontraba la  forma de controlar su furibundo deseo sexual que experimentaba de dos meses para atrás y que le tenía "rabiosa", sexualmente hablando, aunque no tuviera ningún  estímulo cerca, como puede ser el vecino cachas, el guapetón de turno que sale en la televisión o la visión en paños menores de su marido, -bueno, eso nunca despierta el deseo sexual por mucha imaginación que se le ponga al asunto-, ni ningún otro motivo que explicara el frenesí lúbrico que padecía la paciente y que la traía por la calle de la amargura.

     El médico sospechó inmediatamente -aún tenía bien frescas las lecciones aprendidas en la Facultad de Medicina- que lo que le pasaba a la pobre señora no era que se hubiera vuelto de la noche a la mañana una ninfómana de tomo y lomo con furor uterino, sino que padecía la rabia, enfermedad que entre otros síntomas provoca un inusitado deseo sexual que es el síntoma más "favorable" entre otros más terribles que pueden llevar a la muerte.

     El galeno le preguntó a la "rabiosa sexual" si había sido mordida por un perro -ya que estos animales causan el 99% de los contagios de la rabia en humanos-, a lo que respondió que sí y que la mordedura se produjo hacía dos meses, pero no había recibido atención médica por no considerarlo necesario.

     El médico le explicó que había contraído la rabia que se transmite a través de un mordisco o simple arañazo por el que se contamine la herida o mucosa por contacto con la saliva del animal infectado, y que su frenético e incontrolable deseo sexual lo producía dicha enfermedad porque inflama cierta zona del cerebro; así como también provoca otros síntomas alarmantes como son la depresión, la hiperactividad, la ansiedad o el delirio, aunque también se asocia la rabia con el miedo excesivo al agua, llamada hidrofobia.

     La mujer murió cuatro días después, según informa el diario británico Daily Mail, al que afirmó el director de comunicación de la alianza Mundial para el control de la Rabia, Peter Costa, que debido al estado en el que se encontraba la mujer afectada por la rabia cuando solicitó ayuda médica ya no tenía ninguna posibilidad de salvarse.

     Los síntomas pueden aparecer semanas e incluso meses más tarde de haberse producido la infección, y la única posibilidad de salvación sólo existe en las primeras 24 horas después de producirse ésta, y sólo con la consiguiente vacunación. El problema que causa esta enfermedad es gravísimo, y al año mueren 55.000 personas víctimas de la rabia, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), que equivale a una muerte cada diez minutos por esta terrible dolencia.

     Después de haber leído esta terrible noticia me asaltó la duda más que justificada de si mi amiga Trini -de la que ya les he hablado en otros momentos-, habrá sido mordida por un perro o rata o ratón -que también contagian la rabia estos repelentes animalitos-, pues la encuentro muy rara, pero que mucho, desde hace un tiempo a esta parte.

     Me explico: cuando salimos de compras, a merendar o al cine, la encuentro con un desasosiego y frenesí continuo y dirige unas miradas libidinosas a todo lo que se mueve y sea masculino, aunque el espécimen en cuestión no tenga mucho que mirar ni admirar, más bien todo lo contrario, y sea bastante "birrioso", lo que me produce estupor en una mujer que siempre ha sido muy selectiva en cuanto se refiere a sus gustos y preferencias del sexo masculino. Vamos, que se le hace la boca agua y me deja estupefacta ante los comentarios irreproducibles que hace sobre el macho -bueno, eso sólo se supone por la apariencia-, que se encuentra cerca y que le provoca unas miradas lúbricas y ansiosas que podrían derretir a cualquiera, pero no de deseo correspondido, sino de miedo ante la cara de loca furiosa y casi babeando que le dirige al blanco de su ardiente deseo y contemplación, lo que me ha hecho muchas veces sentir vergüenza y temor de que la mujer que acompaña, en ocasiones, a la víctima de sus ardientes y encendidas miradas, se revuelva y le dé un par de bofetadas, además de que le diga de todo menos bonita.

     Menos mal que, en la última ocasión, el único ejemplar masculino que teníamos cerca, aunque más que "ejemplar" era un ejemplo de fealdad, el pobre hombre y, además, llevaba unas gafas de culo de vaso, por lo que no se  dio cuenta de nada y no advertía las miradas fijas y calenturientas que le dirigía Trini y, gracias a eso, no corrimos peligro. Aunque pudo haber entrado en cualquier momento algún "tío bueno", sólo o acompañado, sobre todo acompañado, porque los que están cachas siempre van en pareja como la Guardia Civil y, encima, la acompañante suelen tener una mala ... que es para andarse con cuidado si no se lleva guardaespaldas.

     Tengo que llamarla para preguntarle si le ha mordido algún perro, porque lo que le sucede no es normal. Aunque mucho me temo que me va a responder algo muy fuerte cuando le diga el motivo de mi pregunta. Porque, si no le ha mordido un perro ni ha tenido una herida expuesta a esa terrible infección, que es lo más posible teniendo en cuenta lo mirada que es para la salud, mucho me temo que el motivo de su rabia sexual sea otro: es decir, el gran ejemplar de macho receloso con el que se casó y que se toca la frente con demasiada frecuencia por temor a tener unas protuberancias extrañas no de origen desconocido, sino tan conocido que lo tiene cerca en forma de mujer con la que se casó hace años. Ella ya le tuvo que explicar, en su momento -como recordaréis, simpáticos lectores-, que, según afirma la ciencia, "a mayores cuernos, más macho se es".

     Mejor será no meterme en camisas de once varas y que sus problemas sexuales y conyugales lo arreglen en casa y fuera de testigos. Aunque sí voy a vacunarme contra la rabia, porque nunca se sabe lo que puede pasar, sobre todo teniendo amigas "sexualmente rabiosas" y, como dice el refrán, "todo se pega menos la hermosura".

     Aunque, a decir verdad, lo que se dice pegar, creo que al único que se la "pega" es a su marido que es quien realmente debe estar rabioso, pero esas son otras historias...