23/5/12

Los dinosaurios, las vacas y el calentamiento global





Vacas  en el prado haciéndose las despistadas
            Naciones Unidas,  afirma que el sector ganadero es responsable, en un 18% del total, de las emisiones mundiales de gases que son los que provocan el efecto invernadero. En esta cifra se cuentan tanto las emisiones causadas por la producción de piensos, como las producidas por el metano que expulsan los rumiantes: vacas, cabras, ovejas, etc., con sus flatulencias (así como suena y como huele)
            El calentamiento global provocado por la contaminación atmosférica del mundo actual es una de las grandes preocupaciones de todos los países industrializados porque amenaza la vida en el planeta. Pero, hete aquí (y allí y también allá) que este fenómeno no es cosa sólo de nuestra época motorizada, tecnificada y contaminada, porque ya existía en el Mesozoico, según afirma un artículo publicado en 'Current Biology', a primeros de este mes de mayo y que reproduce el diario El Mundo en su edición del día 8 de este mes.
La etapa del Mesozoico
          Y ahora viene la primera de las preguntas del millón ¿y eso del mesozóico qué demonios es? Pues, una de las etapas o divisiones de la historia geológica, posterior al paleozoico y anterior al cenozoico (estas dos etapas quedan para otra ocasión, con más tiempo y ganas de escribir). Transcurrió desde 225 millones de años hasta los 65 millones de años atrás y esta etapa geológica se caracteriza por ser la era de los reptiles gigantes (a los que llamamos dinosaurios, para entendernos), además de que las primeras aves y mamíferos, así como las primeras plantas con flor aparecieron y se desarrollaron en esta era, por lo que se le considera la más interesante para el estudio de la geología y la paleontología y que se divide en tres períodos: triásico, jurásico y cretáceo (puedo prometer y prometo que yo no estaba allí para verlo, lo que pueden suponer las mentes pérfidas a la hora de calcular la edad, pero lo dicen los libros con todo rigor y seriedad).
            Pero a lo que vamos ¿o venimos?, ¿cómo puede haber calentamiento global en esa era tan, digamos, antigüalla, en la que no había coches, ni industrias echando anhídrido carbónico, dióxido de carbono, metano ni butano  y otras cochinadas  a todo gas (nunca mejor dicho)? Pues el secreto de dicha contaminación eran nuestros amigos los dinosaurios y sus ventosidades. Sí, así como suena, o sonaban los cuescos de semejantes animalitos, algunos de ellos de sólo 20.000 kilitos, y a todos ellos  se les llama científicamente “saurópodos” y se distinguían por tener cabeza pequeña (como algunos ministros), cuello largo y un  peso liviano de 20 toneladas que lucían con garbo y sin complejos (a eso se le llama tener seguridad en uno mismo).
Dinosaurios en un día de campo
            ¿Y cómo producían ese calentamiento los amables saurópodos?, pues emitían grandes y apestosas cantidades de metano con su ventosidades, lo que produjo el calentamiento del clima, según afirman científicos ingleses, autores del estudio antes citado. Y eso se producía porque los microbios que producen ese gas (metano) culpable del efecto invernadero, les ayudaban a digerir mediante la fermentación la comida que ingerían. Esta misma bacteria está  también en el sistema digestivo de los rumiantes (rumen). La fermentación se produce de forma natural en el estómago de los rumiantes y esto produce las emisiones de metano que salen a través de las ventosidades.
            ¿Y cómo se les ocurrió a los científicos ingleses ponerse a estudiar tan maloliente y ruidoso fenómeno de emisión de gases por parte de los simpáticos “dinos”?, ¿tan aburridos estaban? Pues, fue a raíz de una investigación sobre estos grandes dinosaurios, en la que dichos investigadores se preguntaron algo muy lógico: si las vacas actuales producen tanta cantidad de metano como para llamar la atención de los científicos y teniendo en cuenta la diferencia de tamaño entre ellas y los “dinos” ¿qué sucedería en este aspecto con los saurópodos? Para ello, pidieron la colaboración de Euan Nisbert, experto en metano de la Universidad de Londres.
            Para hacer los cálculos se tomó en cuenta la densidad por kilómetro cuadrado de estos animales, la que oscilaba entre unos pocos ejemplares a varias decenas de dinosaurios, por lo que los investigadores han calculado que los saurópodos eran responsables de la emisión de unos 520 millones de toneladas de metano cada año, lo que viene a ser lo mismo que las emisiones totales de metano que se producen en la actualidad ¡ahí es “na”!
            También compararon las emisiones de dicho gas en la época preindustrial, es decir, hace unos 150 años, que apenas llegaba a los 200 millones de toneladas por año (que tampoco es moco de pavo). En la época actual, los rumiantes, es decir, vacas, cabras, ovejas y girafas, sólo producen entre 50 y 100 millones de toneladas cada año.
Chimeneas industriales achando gases contaminantes
a todo gas.
                El autor principal de dicho artículo, Dave Wilkinson, investigador de la Universidad John Moores de Liverpool, afirma que un simple modelo matemático indica que los microbios que residían en el sistema digestivo de los saurópodos podrían haber producido tanto metano como para ser el causante del efecto invernadero en el clima del Mesozoico y, además, dice , "nuestros cálculos sugieren que estos grandes dinosaurios podrían haber generado más metano que todas las fuentes que en la actualidad producen metano juntas, tanto naturales como debido a la actividad humana" y se queda tan fresco, a pesar del “aromático” tema del que habla.
            Por todo ello, los investigadores creen que el clima en el Mesozoico era más cálido que en actualidad, húmedo y desprovistos de capas de hielo los polos permanentes. Suponen, según ciertas investigaciones, que la temperatura media podría ser unos 10º superior a la actual (o sea, que los “dinos deberían estar “asaditos” los pobres y sin aire acondicionado), a cuyo calentamiento atmosférico parecen haber contribuido con sus pedorretas, pero como no eran los únicos animales emisores de este gas, los niveles de metano podrían ser muy superiores a los actuales (además de más oloroso el ambiente)
                Estos datos que nos pueden servir de muy poco por la cantidad de años que nos separan de los saurópodos, sí nos podría alegrar  porque, a pesar de la contaminación ambiental actual, no tenemos que soportar los olores de aquellos simpáticos bichos que perfumaban el ambiente mientras iban soltando sus efluvios intestinales en una época en la que no había ambientadores con olor a brisa marina ni máscaras antigás; porque de haber sido coetáneos de ellos habríamos muerto sin remisión, pero no por el calentamiento global que ya padecemos aunque menos,  sino intoxicados por el gas metano con olor a agua de rosas putrefactas y las explosiones producidas por dicho gas al encuentro con una chispa extraviada de la hoguera que algún vecino estuviera encendiendo para asarse unas chuletillas de mamut.
                ¡Y después decimos que los tiempos pasados fueron mejores!